Durante la Guerra de los Nueve Años que le enfrentaba a España, Luis XIV de Francia ordenó al duque de Villeroy que destruyese Brujas y Gante, pero éste sugirió al monarca que la destrucción de Bruselas sería más impactante. Así pues, los franceses bombardearon la capital con saña y la Grand-Place fue casi completamente destruida. De la plaza gótica sólo se salvó el Ayuntamiento, que fue restaurado, y el resto hubo de ser rehecho completamente entre 1697 y 1705. constituyendo así la última gran obra de la época española en la actual Bélgica. Por este motivo, hoy la Grand-Place es mayoritariamente un conjunto barroco, aunque con algún añadido del siglo XIX.

Vista general de la Grand-Place de Bruselas

LA PLAZA QUE RESURGIÓ DE SUS CENIZAS

La Grand-Place de Bruselas se revela al visitante por sorpresa. Los edificios que la rodean son un reflejo del poder de los gremios que desde la Edad Media hicieron la fortuna de los Países Bajos Españoles. La plaza, como la vemos en la actualidad, es una de las más bonitas del mundo y fue declarada Patrimonio de la Humanidad en 1998. De entre las seis callejas que dan acceso a ella, sin duda las mejores son la calle de los Arenques (rue des Harengs), ya que emboca directamente hacia la imponente torre del Ayuntamiento, y la calle de la Colina (rue de la Colline), que ofrece la mejor vista panorámica. La mayor parte de los edificios son de dimensiones modestas, aunque muy ricos, pues eran las sedes de los gremios. Sin embargo, dos de ellos se destacan claramente. El primero es el Ayuntamiento; el segundo la Casa del Rey, que semeja un pequeño castillo.

El Ayuntamiento y la Casa del Rey de Bruselas

UN RECORRIDO COMPLETO POR LA GRAND-PLACE

Comenzaremos nuestro recorrido por el Ayuntamiento. Su torre -o atalaya- es característica de las casas consistoriales en los antiguos Países Bajos Españoles. El edificio cuenta con una planta baja porticada y una fachada de dos pisos repleta de estatuas que representan a santos y personajes históricos. Fue construido en la primera mitad del siglo XV.

Estatuas del Ayuntamiento de Bruselas

 

El resto de la plaza está rodeado por casas que pertenecieron a los poderosos gremios. Son 33, cada una con su nombre distintivo. En primer lugar encontramos el conjunto de casas del lado noroeste. La última del lado derecho, que pertenecía a los panaderos, es llamada El Rey de España por el gran busto de Carlos II. La inscripción bajo el busto –Den Coninck van Spaignien– está en neerlandés antiguo porque ésa era la lengua de los bruselenses en el siglo XVII, aunque hoy en día la ciudad es en un 90% francófona. La casa contigua a El Rey de España, llamada La Carretilla, perteneció a los productores de sebo. Actualmente es una conocida cervecería. Muy interesantes son también las dos últimas casas: la penúltima se llama El Cuerno y perteneció al gremio de los navieros y la última, llamada El Zorro, del gremio de los merceros.

Casas gremiales de la Grand-Place de Bruselas
Detalle de casas gremiales de la Grand-Place de Bruselas

 

A continuación está la Casa del Rey. Fue propiedad del Duque de Brabante y después del rey de España Carlos I. Actualmente alberga el interesante Museo de la Ciudad de Bruselas, que posee una variada colección de objetos y obras de arte ligadas a la Historia de la capital belga. Podemos encontrar tapices de la escuela flamenca, esculturas y retablos góticos, porcelanas locales… La escalera interior merece una mirada atenta, no sólo por su bella estructura de madera, sino también por la vidriera del ventanal. Está compuesta por 24 escudos que representan los principales estados donde reinaba el emperador Carlos, incluyendo los reinos españoles, claro. Están ordenados de izquierda a derecha por su importancia.

Escudos en el Museo de la Ciudad de Bruselas

 

A la derecha de la Casa del Rey, se sitúa otro bonito grupo de casas. Empezando por la izquierda, la segunda, del gremio de los pintores, se llama La Paloma y en ella vivió el escritor francés Víctor Hugo durante su exilio en la capital belga. La siguiente, perteneciente al gremio de los sastres, se llama La Chalupa de Oro y se destaca por un busto de santa Bárbara en la fachada.

Casas gremiales de la Grand-Place de Bruselas

 

Pasamos al lado sudeste, que es totalmente diferente de los demás. Se trata de la llamada Casa de los Duques de Brabante, pero en realidad no es una casa, sino siete enmascaradas por una sola fachada construida en 1770. Otro estupendo conjunto es el que flanquea el Ayuntamiento por su izquierda. De entre ellas destacan las tres situadas más a la derecha. La que está justo en el centro se llama El Árbol de Oro y está coronada por una estatua ecuestre dorada. Esta casa, que perteneció al gremio de los cerveceros, hoy alberga precisamente el Museo de la Cerveza. La siguiente se llama El Cisne y fue sede del gremio de los carniceros. En esta casa Karl Marx, también exiliado en la ciudad, escribió en 1848 El manifiesto comunista.

Casas gremiales de Bruselas

 

La última casa, llamada La Estrella, es muy especial. Es la única que está atravesada por un pasaje con arcadas en el cual hay dos monumentos. A la izquierda el dedicado a Charles Buls, alcalde de Bruselas de 1881 a 1899, mientras que el de la derecha está dedicado a Éverard t’Serclaes, un héroe local del siglo XIII. El pobre caballero tiene todo el costado pulido de tanto manosearlo los turistas que quieren volver a visitar la ciudad. Supersticiones…

Monumento modernista de la Grand-Place de Bruselas

NO TE PIERDAS LA PLAZA DE NOCHE

Como todas las plazas extraordinarias, la Grand-Place hay que visitarla también de noche. Efectivamente, por la noche la plaza se presenta como un gran espacio completamente vacío de otra cosa que no sean los numerosos turistas, en definitiva gente que se deja atrapar por la magia de los majestuosos edificios que los rodean. Uno no puede evitar maravillarse por esa arquitectura inteligentemente iluminada.

Casas de la Grand-Place de Bruselas de noche

La Casa del Rey de Bruselas de noche

CUANDO LA GRAND-PLACE SE LLENA DE COLOR

La Grand-Place es un lugar lleno de belleza. Pero cada 730 días se llena de color y recibe todavía más visitantes que no quieren perderse el espectáculo visual. Esta tradición surgió de una idea reciente que tuvo un éxito inesperado. Fue en 1971 cuando por primera vez se cubrió la plaza con una gran alfombra de flores y la recepción por parte del público fue más entusiasta de lo previsto.

Panorámica de la Grand-Place de Bruselas

 

Así pues, durante un fin de semana a mediados de agosto de los años pares, se realiza una composición que cubre gran parte de la plaza pero dejando alrededor espacio suficiente para el público asistente. Un equipo de más de 100 jardineros coloca unas 700 000 flores en apenas cuatro horas. La flor utilizada es la begonia, por su variedad de colores. No obstante, como las flores no se siembran, sólo duran tres días.

Alfombra de flores de la Grand-Place de BruselasAlfombra de flores en la Grand-Place de Bruselas

 

La alfombra floral es aún más impresionante desde los diferentes balcones-mirador de la plaza, especialmente dos: el ya citado de la Casa del Rey, en la segunda planta del Museo de la Ciudad de Bruselas, desde donde está tomada la mayoría de las imágenes que acompañan este artículo, y desde el balcón del Ayuntamiento, habitualmente cerrado y que en estos días se abre al público excepcionalmente.

Balcón del Ayuntamiento de BruselasLa Grand.Place de Bruselas y su alfombra de flores

 

La asociación encargada del diseño, llamada Tapis de Fleurs (Alfombras de Flores) está compuesta por un equipo de arquitectos paisajistas que dedican cada edición a un motivo diferente. En definitiva, la Grand-Place es un espacio incomparable y único en el mundo que por sí solo justifica una visita a la capital belga, mucho más si podemos hacerla coincidir con la alfombra de flores.